El trámite de adopción de menores requiere siete pasos

El proceso de adopción de un niño, niña o adolescente se desarrolla en siete pasos, desde que el o los padres adoptantes deciden dar un hogar a un menor huérfano, hasta que el juez del menor asigna un hijo y se inicia el periodo de convivencia.
El presidente de la Asociación de Padres Adoptivos de La Paz, Claudio Clares, explicó que en el mejor de los casos un proceso de adopción se puede resolver incluso en dos meses, exceptuando el periodo destinado para el taller de padres adoptantes.
Sin embargo en términos generales, el trámite puede durar cuatro meses, explicó el jefe de la unidad Biopsicosocial del Servicio de Gestión Social (Sedeges) de la Gobernación paceña, Isidro Fernandez.
A veces lo que perjudica el proceso es que el menor no tenga lista la documentación que lo habilita para ser adoptado, esa ya es una responsabilidad del Sedeges, pero el nuevo Código precautela que estos problemas se subsanen, aseguró Clares.
El representante de los padres adoptivos indicó que en realidad el trámite no implica demasiado esfuerzo, pero que el paso más importante para adoptar es asumir la decisión de dar un hogar a un niño.
Señaló que los procesos son ágiles, siempre que los aspirantes cumplan con el perfil requerido por la unidad Biopsicosocial.
Destacó el papel que cumplen estas unidades, dependientes de cada gobierno departamental, pues antes era el interesado en la adopción que debía iniciar el proceso ante un juzgado del menor, pero que gracias al nuevo Código del Niño, Niña y Adolescente son los Sedeges quienes asumen la dirección y coordinación.
Hijos del corazón
El representante de la organización de padres adoptivos afirmó que la parte más bonita de todo el proceso es cuando los padres adoptantes se reunen con los niños. Explicó que en ese primer encuentro se da una suerte de “flechazo” donde se genera el primer lazo afectivo.
“Los niños sienten ese amor, con que los esperamos, desde ese momento el lazo se va construyendo, sobre todo la confianza entre padre e hijo o hija, hasta el punto que uno llega a amarlos mucho más que si los hubieramos engendrado”, explicó.